Barkissa Fofana, una joven microbióloga de Burkina Faso, está convencidad de que la ciencia puede ayudar a combatir el cambio climático y la desertificación. Desde el portal de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) nos llega su historia
Barkissa cree que la microbiología es clave para lograr que la tierra degradada se vuelva verde y productiva de nuevo, y está investigando para demostrarlo. “Debemos hacer algo para abordar los problemas ambientales que causan el cambio climático, la desertificación y el crecimiento demográfico”, asegura Barkissa desde una plantación de acacias a las afueras de Djibo, en la región del Sahel, al norte de Burkina Faso.
Barkissa, microbióloga del Instituto de Investigación Ambiental y Agrícola de Burkina Faso (INERA) de 30 años de edad, se interesa en particular por el papel de los microorganismos para solucionar estos problemas.
Barkissa, microbióloga del Instituto de Investigación Ambiental y Agrícola de Burkina Faso (INERA) de 30 años de edad, se interesa en particular por el papel de los microorganismos para solucionar estos problemas.
Tomemos el ejemplo de la fijación de nitrógeno, explica. Hay bacterias capaces de transformar el gas nitrógeno en el aire en compuestos de nitrógeno que las plantas pueden usar como fertilizante natural. Algunas de estas bacterias son simbióticas: entran en una planta a través de sus raíces y hacen que el nitrógeno esté disponible para que la planta huésped pueda crecer.
Al preguntarle sobre su motivación, Barkissa dice que optó por estudiar agronomía porque le gustan las plantas y siempre quiso trabajar en el campo. Sus padres la han apoyado desde el principio. Pero a veces echa de menos estar con su familia. Hay un largo camino de regreso hasta su casa en Bobo-Dioulasso, la segunda mayor ciudad de Burkina Faso, en el sur del país, donde su padre tiene un taller de vulcanizados y su madre vende condimentos frente a la puerta de casa.
Si quieres leer completa la historia de Barkissa ingresa aquí:
http://www.fao.org/fao-stories/article/es/c/1179862/
Foto: ©FAO/Gideon Vink